Este artículo es una elaboración de unos pocos mensajes que puse en Twitter.
Hace unos días, el Ministerio de Ciencia e Innovación publicaba un documento sobre la utilización del diseño como herramienta de modernización de las administraciones públicas.
Agradezco a los promotores y al grupo de trabajo su creación.
Dirigido a cargos medios de la Administración, el contenido da visibilidad a casos de éxito, ilumina sobre funciones del diseño más allá de la decorativa, y propone algunas ideas sobre su aplicación.
Centrándonos en la modernización de las administraciones públicas, la lectura me dejó, sin embargo, con la sensación de “¿y ahora, qué?”. El hecho de que el trabajo parta del rincón de la Ciencia y la Innovación es, en mi opinión, síntoma de que el diseño está aún lejos de ser considerado como motor de cambio transversal. Recordemos que existe un Ministerio de la Función Pública.
Así que, bueno, ¿y ahora qué? Aquí va una propuesta para que el esfuerzo no sea estéril.
La continuación de este trabajo debería ser una solicitud de diagnóstico y plan de acción al más alto nivel, como la que hizo Francis Maude (algo así como el Ministro de Administraciones Públicas del Reino Unido en aquel momento) a Martha Lane Fox hace 10 años.
Así arrancaba la carta contestando al encargo:
Bajo el título “Revolución, y no evolución”, Lane Fox ofrecía cuatro recomendaciones sin medias tintas:
Un mes y pico después, llegaba la respuesta del ministro:
Los compromisos del ministro estaban expresados en un lenguaje menos radical, pero eran igual de claros:
El resto, como dicen, es historia.
Esto es sólo un ejemplo. Cada estado y administración tiene sus complejidades. Por eso, deberíamos tener nuestro propio diagnóstico y plan de actuación. Eso sí, con mismo rigor y compromiso.
Volviendo al informe publicado por nuestro Ministerio: el propio documento pone de relieve el potencial del diseño más allá de lo visible por la ciudadanía:
Análisis estratégico y planificación, gestión y coordinación de recursos sistemas y procesos, o moldeo de relaciones intergubernamentales son tareas naturales del diseño estratégico.
El trabajo de estrategia digital para la Administración debe de ser muy satisfactorio. Pero es también una gran responsabilidad, y precisa de aprecio desde el poder e interlocución al más alto nivel.
¿Quién sería nuestra Martha Lane Fox? ¿quién tendrá el coraje de ser nuestro Francis Maude?
Vamos con diez años de retraso; espero que no pasen otros diez para conocer las respuestas.